31 de diciembre de 2011

UNA DOCENA DE REGALOS PARA UN AÑO DE CRISIS



Dicen que en una de las urnas de los Reyes Majos de Occidente se ha encontrado esta papeleta, firmada por alguien que todavía confía en sus pajes y en sus pajas.
Queridos pajes y pajas mentales, porque los Reyes Majos ya sabemos que no existen, para el año que viene, si es que llega a acabarse, deseo lo siguiente –luego no me digáis que no os di tiempo suficiente para intentarlo-:
-Que no haya concursos literarios que escondan su déficit monetario bajo la excusa de declarar desierta la convocatoria por falta de calidad en sus tropocientos trabajos presentados.
-Que los jurados de toda la vida aprendan, de una vez, que no se puede abrir la plica de un finalista y menos aún publicar su nombre en toda la prensa de un país, para que le haga la corte a la ganadora o al ganador por enchufe.
-Que los premios no se vendan ni se cambien ni se concedan a dedo.
-Que los jurados, como los gobiernos, no se apoltronen en sus plazas durante el tiempo suficiente como para organizar chanchullos y demás.
-Que se anule la cláusula de no devolver trabajos, sino a petición y coste de los escritores presentados, porque no siempre se destruyen y esa práctica puede llegar a ser motivo de plagio.
-Que, cuando se tenga que juzgar un premio por libros ya publicados, se juzgue por los libros y no por las firmas ni por las editoriales. Menos todavía por el posible medro de los propios jurados o de sus presidentes.
-Que cuando se nombre un jurado, este sepa al menos de qué va lo que ha de elegir y no haya en los de una materia especialistas en otra, totalmente opuesta, que no entiendan de la que viene al caso.
-Que no se repita la torpeza, por decirlo delicadamente, de exponer en prensa que un premio se declara desierto porque no se presentaron escritores famosos de la zona (si en dicho jurado o en la organización de ese tipo de premios hay videntes, por favor, que se abstengan de juzgar por el tercer ojo).
-Que no trepen las cabras literarias más alto que los auténticos escritores.
-Que el hecho de llevar tatuajes en determinadas partes del cuerpo y mostrarlos, incluso en territorio virtual, o el de maquillarse perfectamente para salir en la tele, no sea motivo de merecimiento principal a la hora de designar al ganador o ganadora de un concurso.
-Que tampoco sean importantes o molestas las citas que acompañan a los textos.
-Que se lean esto mil veces y añadan lo que falte, para que, de una puñetera vez, sepamos qué es literatura y quienes son unos perfectos farsantes.
Y nada más. Como veréis, no os costará ni un solo euro, lo cual lo convierte en un regalo apto para tiempos de crisis.




22 de diciembre de 2011

NO SÓLO EN LOS AUTOBUSES


Recientemente hemos leído la noticia de la joven israelí que se negó a sentarse en la última fila de un autobús para que los judíos integristas no tomaran asiento detrás de una mujer. Como se diría aquí, lejos de autobuses y paradas de tren, más papistas que el papa.
Pero me digo yo que, igual que el santo cuanto más lejano más alta su peana, quizás nos llevemos a escándalo ante estas circunstancias y no ante las que nos suceden casi debajo de los párpados. Veamos, entra hace siglos una reina en una cartuja y los cartujos, para no pecar, arrancan todas las baldosas que pisó su planta azul. Quizás el vaho o el retorcido imaginar de un sexo al vuelo sobre los baldosines lo hiciera necesario… mas he aquí que no mucho hemos adelantado, de lo contrario díganme cuántas mujeres no camufladas han podido llegar hasta determinados enclaves de unos monumentos que, por pertenecer a cada nación, tenemos derecho a visitar. Cuántas mujeres podemos entrar libremente a una mezquita y ocupar el puesto que nos apetezca en ella. Cuántas mujeres pueden oficiar ritos en nuestra digna de estudio religión. Y llevados a lo que debiera ser menos integrista por más culto, más directo y tan alto, quizás, en el misterio, cuántas mujeres figuran por pleno derecho en las antologías mixtas, donde hay hombres que solamente por poder están ocupando los puestos principales. ¿Acaso la literatura es un bus, rumbo a un dispar integrismo, y todavía existen personajillos, plagiarios incluso algunas veces, que sacan sus peludas piernecillas zancadilleantes y hasta piensan que únicamente estando a su servicio el mejillón humano es llave para concederle a cualquier mujer el derecho a sentarse en una de sus páginas?
Habrá que emular a Rosa Parks y a Tanya Ronseblit, también en este macrobús de la palabra.

14 de diciembre de 2011

EN BUSCA DEL AGUJERO NEGRO


Dada la densidad de gente que no estamos de acuerdo con casi nada de lo que sucede entre los homínidos de la sociedad actual –en determinados momentos, léase suciedad-, redondos, hartos, hartísimos, negros como un agujero, deberíamos tener la fuerza suficiente como para desarbolar lo negativo, la inteligencia suficiente como para lograr, sin armas, la reedificación de lo universal, la ética suficiente como para emprender un definitivo viaje a la Ítaca soñada que, al paso que vamos, es más bien un 1984 superado, con varios Orwell a bordo -y el original me perdone la comparación-. Una galaxia atroz de sinvergonzonería nos rodea. Por qué no nos tragamos ya de una a sus esmerados y luminosos astros, incapaces, como en tantos lugares de trabajo, de hacer la o con un canuto en cuestión de mejora y caminamos hacia lo cierto, lo que nos es real bajo cualquier parámetro, lo único que puede salvaguardar al hombre y al planeta, antes de que lo conviertan definitivamente en un lugar dirigido por simios que esclavicen a los pocos pensadores restantes.
Se acerca la Navidad, tiempo de belenes y cánticos, seguiremos escuchando el monocorde tonillo de las loterías, pero en nuestros portales se eclipsarán los niños para dejar el paso a nuevos burros. No seamos borregos y no nos respaldemos en la comodidad del alea jacta est. Siempre está en nuestras manos cantar el Vini Vidi Vinci. Al fin y al cabo también son nuestras las pomposas frases históricas y si París bien valía una misa, el orden frente a un próximo cataclismo, no sólo ético sino también físico, bien vale un agujero negro, mucho más planetario y a su vez muy próximo a la energía de los antiguos y modernos dioses.

18 de noviembre de 2011

BOCA CON BOCA Y NADA CON NADA





Nada a favor y nada en contra. Dos fotografías unidas, un fotomontaje que puede, según unos, dañar la imagen de la iglesia o la sensibilidad de sus fieles. Mientras miro ese dichoso fotograma, sobre el cual, cualquier persona en sus cabales puede observar el truco y , dejando de lado la idoneidad o no para una campaña publicitaria, me vienen a la memoria las imágenes de criaturas rotas, criaturas muriéndose de hambre, criaturas sufriendo el avasallamiento incomprensible de adultos, también a veces de la Santa Iglesia. En todos ellos no existe trampa ni cartón. Espero ese grito vaticano, ese poner en pie a sus abogados para que no suceda, para que arranquemos de repente de los muros del mundo tanto crimen. Y aquí no hemos recortado dos imágenes, ni pegado dos bocas, la una en cercanía de la otra, con más o menos gusto, con más o menos acierto, con más o menos derecho. Aquí se mueren solos, abandonados, miserablemente tratados por feligreses y curas de una iglesia que, si gritara, si compartiera tesoros, infinitos tesoros, si no se detuviera, porque no queda tiempo, en chorradas y mítines, quizás podría aminorar el duelo. Solamente esas terribles pequeñeces veo, siento, pienso, mientras veo las bocas de papel levantando este mundo de miserias y nadie hacemos nada.

7 de noviembre de 2011

DE SEXO A SESO


Mujeres a porcentaje en los ayuntamientos, en las antologías… qué significa eso sino una idiotez más de esta farsa que vivimos en cualquier terreno que desee preciarse. Una mujer no sólo es mujer por tener un par de tetas que atraigan las pupilas masculinas o las de su propio género y no espero que me digan que esto es una bobada y que, evidentemente, ya lo saben. Yo también sé que lo saben, pero no es suficiente saberlo sino demostrarlo y un par de tetas que se precien debiera negarse a ocupar un lugar en la fotografía si piensa que no va a saber ser óptima y que tire más su cerebro allí que sus protuberancias. A Hipatía de Alejandría no la recordamos por su cintura a lo Ginger ni por su maquillaje, de ella se comenta el poderío mental que lució sencillamente y toda la sabiduría que compartió con aquellos que deseaban saber. Hipatías hacen falta en el poder y cómo no en la literatura –perdonen que no estemos en el Medievo y la especialización nos haga hablar de lo que palpamos a diario- o en cualquier territorio en el que se preste a participar. Estoy harta, hartísima de ver Mariquitas Pérez y Nancys en los podiums, con sus ropitas in y sus cerebros on, como cansada estoy de ver caraduras y bestiejas de otros pelajes en los mismos terrenos. Nada es verdad o lo que dice la canción, todo es mentira menos tú, aunque algunas veces ese tú también lo sea. Menuda gente, decía o dice –no pierdo el tiempo con la televisión- un programa de la banal pantalla, y lo mismo exclamo cuando, bajando unos segundos del limbo que me he tenido que construir, miro los listámenes de esto o de lo otro y veo qué clase de elementos van ocupando los 40 principales de cada rama. Para una rama están, sí, gran parte de ellos, pero en un paraje baldío y apartados de todo mando o de todo libro. Menuda sociedad de vocales cansadas a la que se le duerme la o y manda de sustituta a una u enorme que llena papeleras, casas consistoriales y escenarios de palabras inútiles. Y es que todo es teatro, una enorme película en la que unos cuantos mangantes –no soy disléxica- van distribuyendo, según les pasa por sus respectivos sexos, el resto de papeles de este dramatis personae a su propio interés monetario. Ahora toca una chica, ahora corresponde un chico, esta que sea lista, esta que sea tonta, este que sea chupamantecas, este otro que nos la chupe… Una brutal comedia de ladrones que no llega a tragedia, porque de seriedad tiene muy poca.
Una mujer que se precie, debe superar la marca horaria de su colocación de medias con la de visitas al reinado sin par de la cultura, sólo así podrá asumir su propia cuota de abstención o participación en todo este tinglado.  

5 de noviembre de 2011

PORCENTAJES



Quedo anonadada ante la masiva presencia de poetas en un recital, ajeno, de poesía. Es fabuloso ver entrar a los vates sonriendo, dándose la mano unos a otros, besándose candorosamente en las mejillas y disfrutando de los momentos previos a la exposición de su amigo poeta. Con cuánta alegría acceden a sus filas de asientos, son numerosos -evidentemente eso se nota con tan sólo buscar nombres de preclaros líricos en el google o entrando en cualquier página social-. Cómo iban a ser menos en estas veladas literarias. El público está educadamente a la espera, se oye un rumoreo de positividades acerca de la maravillosa pluma del autor de turno. Qué hermoso, este territorio en donde solamente la luz tiene guarida, solamente lo grácil y por qué no donde hacer con el feísmo una proclamación estética. Todo como siempre debió ser, magnífico, arrollador, perfecto.
En la hilera de enfrente se halla un joven al que el autor ayudó en sus orígenes y, casi, casi, en sus postrimerías, porque hay jóvenes que creyendo bajo sus pies la cinta de llegada, demoran su carrera para adormecerse, víctimas de su propio ostracismo. El joven, confuso ante el éxito de su primer aprobado, desconoce que esa primera vuelta no es el final de la prueba, que hay miles de vueltas más y sonríe. Mira hacia el que ya comenzó su lectura y parece amarle con la mirada, le está agradecido. Unas filas atrás, otros poetas, mantienen lo que sería casi una levitación de no ser por el poder de las leyes gravitatorias sobre su sobrecogida materia. Dios, cuánta beldad, qué mundo tan certero estamos elevando, qué utopía tan posible.
De repente se nos viene a la cabeza aquello del Mayo del 68 que decía algo sobre hacer posible el imposible y, Eureka, gritamos, lo hemos conseguido. El mundo es al fin lo que soñamos. Y estamos despiertos -no vamos a acabar el relato con la manida historia de haberlo soñado-, llamándonos imbéciles, cretinos, sopas-bobas, poetas. Pensamos tantas cosas que jamás llegarán a ser posibles… igual nos da algún día por imaginarnos un festejo pro labor social y ver todas las butacas llenas de aquellos que critican, señalan, predican, advierten de castigos y cuando viene al caso no se encuentran jamás en las veladas benéficas.
¿Qué les parecería cumplir un dos por cien de nuestros sueños?

30 de octubre de 2011

ROBOS A PLUMA ARMADA



Se sabe que quien encubre un delito es cómplice del mismo. Así pues, el que cubre una mentira, miente con el que la pronuncia o realiza, de ahí el título.
Toda la vida se ha dicho que en cualquier concurso el finalista es realmente el ganador, pero desde que se les ve el plumero, muchos convocantes no dan ya su listado de finalistas. De ese modo, puede llegarse incluso a la incorporación de neonatos que no se presentaron a tiempo en el sanguinolento parto de los premios. Y es que somos demasiados para tan poco pastel. Gran parte, bocas sucias que andan a la consecución de bocado y no se detienen ante nada. La ética parece, actualmente, no formar pareja con la estética y llegar bien armada o intentando armar a cualquier miembro del jurado en cuestión. Fotografías de desnudos, ya lo dije en otra ocasión, pululan por la red en pro de un beneficio pecunio-literario que, en realidad, debería denominarse erótico-literario o chanchullo-literario, pero así va la cosa.
Representan a nuestro país en el exterior, viajan los pastelitos de gloria más a mano que, evidentemente, saben hacer la o con un canuto, pero, gran parte de las veces, solamente la o, mientras con el pastel llegan a desarrollar incluso un vocabulario astral, por no decir que la anatomía les habla el arameo de las sombras. Y no me vayan a llamar puritana, no. Que una mujer o un hombre maneje a perfección el Kamasutra, es valor añadido a su sapiencia, mas no se elija una obra literaria a tenor de ello. El coño, señores, nunca supo escribir y ni sirve para la denominación de origen que distribuye desigualmente poetas y poetisas ni debe ser objeto primero para subir al pódium; claro que, humildemente, he de reconocer que está siendo motivo, el pelandrusco, de que actualmente la mujer aumente su porcentaje participativo en las antologías, las cuales siempre fueron sembrado de varones, en gran parte, y literariamente machistas.
Como ven, no acomodo folículos pilosos en la lengua, aunque por no querer dar precio a mi literatura, me tenga que poner a la cola de todos esos lisonjeros plumíferos de moda. Es curioso, la verdad, ver como de repente y sin que nadie supiera antes del nombre, se escala hasta el más alto nivel. Curioso, sí señores, podemos repetirlo, ver nacer de ese modo a una supernova que durará en la cumbre en tanto su fluidez vaginal irrigue el buen gusto de los elevadores. Y así vamos en todo decreciendo y hundiéndonos en la más cenagosa vulgaridad y prefiriendo, cuando llegan las fiestas, que cualquier alma bendita que a bien lo tenga nos regale un juego completo de fiambreras plásticas, tan útiles para las excursiones campestres, en vez de una novela o un libro de poemas, por ejemplo…

29 de septiembre de 2011

OS CONVOCO


Quizás este escrito no sea realmente un artículo literario, pero la palabra sangra, lo mismo que la mano o que el deseo. No siempre hemos de hablar de esta u otra cosa que nos venga a la mente, también en el deseo o en el acto se encierran los vocablos y los hemos de hacer, amasarlos con hechos, unirlos con querencias, realizarlos. Así pues, porque los niños muertos son sonidos sin voz, porque los hombres muertos son tildes que acentúan los sonidos, porque la iniquidad o la injusticia es el terrible borrador de lo hermoso, vamos a reunirnos y a cantar, a recitar, a pintar, a diseñar, a todo lo que todos reunamos para que ellos coman, respiren, no entren en las diminutas fosas que las propias madres cavan a mano y a las que jamás llega un político o un mandatario a dar el pésame o derramar una sola de sus lágrimas.
En Jerez de la Frontera y a 10 de noviembre, a partir de las ocho de la tarde, en la Escuela de Hostelería, calle Einstein del Polígono Industrial, espero ver unidos a todos los que odian la injusticia, a todos los que se sienten capaces de compartir no sólo su obra artística sino esos cinco euros que pediremos como fila cero. Ruego vuestra comprensión por no poder abarcarlo todo, si alguno de vosotros queda fuera de escenario, sólo será ese momento, siempre estará dentro del más intimo escenario de esas criaturas que coman aunque sea por un solo día. No podéis olvidarlo, no debéis abandonar sus bocas cuarteadas por el hambre, no tenéis derecho, no tenemos -ni podemos, ni debemos- a seguir nuestras vidas sin detenernos un par de horas en intentar que ellos las sobrevivan.
Tal vez este decir, este dejar aquí palabras, no sea sino un sencillo anuncio de un acto, pero la voz nos sangra, la voz nos pide a gritos sufragar tanta miseria junta, la voz nos ruega incluso subir nuestro deseo por encima de cualquier aquelarre político, y compartir comida y querencia y ayuda con esa pobre gente que no tiene sino lo más preciado, una vida que no debe perder.
Delante de la tumba del más pequeño y frágil de los muertos, os convoco a evitar otras innecesarias muertes.


18 de septiembre de 2011

AMANTES DE TOMA Y DACA


Si tuviéramos que hacer catálogo de amantes, precisaríamos que la galaxia fuera entera una sucesión de cajoncitos, a modo de cómo JRJ almacenaba sus papeles. Descansillos ordenados en los que el maravilloso desorden del amor hiciera nido eventual o pernoctase allí a plazo fijo. Pero no todo es fuego en este acumular de cajitas diversas, también las hay repletas de discursos helados. Amantes que deliran otro tipo de amor, amantes entre los que enumeraremos diferentes escaños. Por ejemplo hablaremos de los amantes de país, englobando aquí a todos aquellos que se acercan a la chati de turno, dadivosa, explendorosamente lucidora, formateada como la mejor página de internet, para atraerlos. Llegan de otros lugares con el fin de poner asiento en este, triunfar en este, aprovecharse en este de vete a ver qué refrigerios tienen negados en el suyo. Ahí se acumularían, dada nuestra especialidad, escritorzuelos del tres al cuarto que trasiegan de vino en vino, o séase, de lugar a lugar y hora se vienen ellos, ora se van con la moza, ora se traen a la moza a escondidas, ora la abandonan luego para que a su propia consorte no se le empinen los cascos y les muerda la mano.
También existen los amantes –cada vez que digo los, digo las, sea o no sea partido-mente correcto- curturales. Aquellos que aman lo curto con tal de subir al pódium aunque sea a base de diferentes ejercicios corporales en la noche o en el día. Son amantes dispuestos a pagar incluso una habitación de hotel, a dejarla encargada, a quedarse sin ir, cuando el amado, preso de una cultura superior al cazador, no acude por lógica. No va a perder su situación familiar por un quítame allá la sed, porque las pajas no se las quita otro. También los hay capaces de adoptar el amor como el que adopta parcialmente una mascota.
Dentro de esta variedad curtural, existe el ejercicio amatorio pasajero, fugaz, no clandestino, porque ha de lucirse, que puede darse a dos, a tres, etc. con el amado de poder. Esto constituye la variedad de amante escalera, puesto que se da, tanto en territorio literario como en cualquier otro existente, con ánimo de subir. Aquí el que suele bajar del sitio es el parejo o la pareja del amante inductor que, generalmente, queda abandonado. Antes perder marido que perder bocado, suele decirles la conciencia interior, porque la exterior, vete a ver en qué marca de perfume o de carmines anda revuelta.
Así, pues, iríamos detallando amantes tras amantes, trashumantes, delirios de todas clases, que ampliarían el listado de modo que no cupiese en un sencillo artículo. Si esto no fuera un blog sin respuesta posible, les diría de continuar el agreste listado de excepciones a ese dulce amor de toda la vida, firmado o sin firmar, lumínico u oscuro, hermoso a toda luz aunque suceda a oscuras, pero sin intereses, sin ivas, aunque el amor vaya y venga, sin desear vivir en la cochambre de otro que, algunas veces, llega a denominarse país ni subirse al bigote del que sea, aunque merezca un nobel de literatura. Amar a cuerpo lleno, a cuerpo derramado, sea norte o sur ese amor, pero amar por el cuerpo y por el alma y dejar el pecunio, la publicación, el toma y daca, ante otro toma y daca más gimnástico, más directo, más jadeante y plenamente desnudo de todo lo que no debe caber jamás en una cama, en un concurso, en un lugar político, en nuestras ilusiones…

11 de septiembre de 2011

CARPE PREMIUM


La costumbre de todo el que practica el arte del chanchullo es señalar con la lengua al que no juega. La actualidad está falta de sorpresas, ya se presenta uno a los concursos pocas veces, que vienen a ser demasiadas. Existe una maraña entretejida entre las editoriales, jurados y receptores del pecunio difícil de destejer. No podemos acudir a premios importantes porque casi todos son tapaderas de las marcas editoras para la recolección de subvenciones y la publicación inamovible de sus propios escritores. Si nos presentamos a ellos, hacemos francamente el paria. Tampoco podemos participar en premios en los que las mafias literarias hayan formado grupo. Si asistimos ahí, daremos fe de la desfachatez de que el fulano de un concurso le entregue el galardón al mengano de otro y así sucesivamente. Sólo nos quedan los de abajo, pero en ellos existe otro tipo de problema, es posible que el tendero de la esquina, el boticario de la planta baja y el cura de la parroquia no entiendan que la poesía no es la rima insulsa sino otra cosa que bien puede escaparse de sus honrados cacúmenes. Así pues, veremos que los poepitos o rimachuflas, acuñación literaria similar a la denominada en política perroflauta o en religión papaflauta, llegan al ISBN más deprisa que nadie.
Personalmente no he sido nunca aficionada a los consejos, pero me gustaría orientarles un poquito, claro está que no siempre sucede así y, como toda regla, también esto tiene sus excepciones. Si ustedes quieren llenar con su presencia las páginas actuales, que no el futuro, de la literatura y son mujeres, no detengan sus manos ni sus cerebros ágiles en pensar qué es un hemistiquio o una cacofonía o cómo se acentúa un endeca de gaita gallega, no, por Dios, quién se detiene en eso hoy en día. Vayan, vayan a una de las grandes extensiones en las que rige la bestia del consumo y cómprense una camarita fotográfica con todas esas cosas de resolución, flash, teleobjetivo… y un buen conjunto de lencería sexi, o no se compren ni esto último y vuelvánse a sus casas, entren delicadamente en el dormitorio o la sala de baño, desentumézcanse de esos artilugios de la ropa, quédense como si fueran evas sin pecado ni farsa y disparen. El premio está cazado y caerá a sus pies en proporción inversa al número de años que luzca su desnudo, a más juventud, menos tiempo en tardar. Si usted es hombre, no dudo que conozca lo que debe hacer, quizás un poquito de  crema suavísima, por no decir la marca, o tal vez un meneo por las zonas oscuras de la noche.
Pocas veces importa la palabra, perdonen que insista, o quizás sea malo saberla acomodar en los poemas. Si la palabra sirve y se sirve a la palabra, el  diagnóstico es peligroso, pues entonces se despierta esa cosa que vengo en llamar “síndrome de Juan Salvador Gaviota” y sobre el que el amigo Cernuda ya nos decía “El español terrible que acecha lo cimero con la  piedra en la mano”.
Disculpen si alguna coma o mota de polvo no ha quedado en su sitio, cito tan sólo de memoria.

31 de agosto de 2011

CHANCHULLOS QUE HACEN REVIVIR A LOS MUERTOS


Hay cosas que claman a los cielos y también dan el golpe de aldaba en los más silenciosos infiernos, pues bajo la tierra suele dormir el hombre –aunque sea la más callada metáfora de nuestra caduca carnalidad-. Ser poeta y morir en el intento para tan corta gloria como se montan en la tierra los aprendices de ganadero. Porque todos sabemos que seres hay de tantas clases como maneras de decir o de hacer y muchos de ellos trepan por escaleras desde donde, si existiera lo que se podría denominar justicia ética, caerían apresuradamente. Pues nada, hete aquí que, después de haber levantado una obra inmensa, un día llega la parca y te guiña desde la otra cara justa del espejo, te pegas el trastazo contra el vidrio y más allá te las compongas, Rafaela, cuando, años después, se te acerque el poetilla de turno al que antes de mirarte no conocía ni Dios padre, aparte, claro está, de su santa familia, y comienza a diseñarte homenajes a los que lleva como representación del país servil en donde encima se la chupan –claro que, de nuevo, metafóricamente, de no ser que sea también algún ser allegado, que esto suele suceder en todas las familias y países- a la churrera de la esquina, el lavacoches del parking del hipermercado, la diseñadora de flautas y timbales y el cerrajero que pasaba por allí.
Estamos hartos también unos cuantos de tanta miserable mentira y el del óbito, cómo estará. No creo en la buena fe de nadie que, amando a sus poetas, sea capaz de echarles el vertido. Más bien, serenamente, da la impresión de una querencia personal, una inflación de apellidos, seudónimos, galas inalcanzables sin la altísima rememoria del finado. Así vamos montando la vida, escalón tras escalón, porque, al parecer, ya no se hace camino machadianamente, paso a paso, sino piramidalmente, piso a piso. Trasiegos internacionales y nacionales con autobuses, barcos, aviones, empeñados en trasladar a gente de la propia cuerda, amigotes, cuñadísimos, piernabierteras, efebos, lamedores… eso sí, algunas veces sin overbooking, incluso de uno en uno. Qué remierda de país tenemos ya montado, qué escrófula de literatura, qué pudridero de valores, tanto lodazal que hasta es posible que la historia ya no tenga en la mano su cedazo, como la libertad jamás tuvo su pátina protegida contra la esclavitud de lo banal, lo pardo o lo mediático.

26 de agosto de 2011

ESAS NUEVAS RECETAS CULINARIAS


Cada vez está peor la hostelería en España. Parece que los bares ya no sirvan por tapas sino por céntimos. Si ya hemos tenido sus más y sus menos con el tema del cambio, pues ilícitamente pasamos de la peseta al euro, quiero decir que todo aquello que venía a valer lo primero, por similitud de cifras, vino a costar lo segundo, encima nos cae esto. No tenemos arreglo. En los bares, el servicio es cada día menos profesional, está visto que el motivo son los sueldos que los empresarios pagan a sus trabajadores que, debido a esto, acaban trabajando menos. También se va imponiendo la moda de “este bar no sirve en mesa, ha de recoger la consumición en la barra”, pero eso sí, seguimos pagando un imperio por ello. El cliente se ha convertido en su propio camarero y en la víctima de lo caduco, si no de lo mal preparado o de la calidad ínfima. Ya hubo personas inteligentes que, hace varios años, profetizaron esta caída para cuando un país, que todavía no se ha quitado de encima el pelo de la dehesa económico, pasara a formar parte de la gran Europa y de las férreas combinaciones de la señora Merkel.
En las últimas semanas, por acercar el tema, he tenido la “suerte” de degustar nuevas recetas en alguno de los restaurantes de la ciudad, por ejemplo las croquetas maridadas con limpiador de cocina, eso sí, espero que fuera de marca reconocida. También pude paladear el diferente sabor de unos callos a la antigua, no a la madrileña ni a la jerezana ni lo que se suele llamar menudo, menuda caducidad caducada tenía aquella jerga de fragmentos de algo deshilachándose y no les cuento en qué sitio vienen a depositar a sus futuros hijos las venturosas y veraniegas cucarachas. Esto es el sur, esto es el sur de España, esto es España y estos son los novísimos menús que no precisan importación, naturales, hechos en la misma tierra, inimitables, sorprendentes. Como postre se puede intentar una horchata entradita en horas, cuyo sabor va mutando de la chufa al altramuz… Qué enorme placer, pagar la multa y luego acudir a cualquier fármaco con el fin de asegurarnos que el verano sigue ocurriendo en la calle y no en ninguna cama o consulta, donde, seguramente, el paso de la pela al euro también habrá afectado a la moralidad de muchos y redundará sobre nuestra sencilla naturaleza, que jamás pretendió formar parte de Europa sino en lo cultural, en lo filosófico, en lo ético.
Es tiempo de comprar varias litronas o una buena botella de Ribera del Duero y unas cuantas chacinas o conservas y abrir nuestro particular tenderete casero, rodeados de buenos amigos. Los bares los tendremos que dejar para después del euro y de la crisis, si es que logramos salir de estos sin que alguna bacteria o la propia ruina nos encierren por siempre en la gran nulidad que habitamos.

18 de agosto de 2011

LA SOMBRA DE LA IGLESIA ES OSCURA


Nada tiene quien esto escribe contra la venida de Pedro a España, pero la sombra de la iglesia es oscura, pues no le deja ver la prioridad de solucionar la hambruna a la conveniencia, en época en la que gran parte de españoles abunda en el descreimiento, de hacer su especie de propaganda electoral para aumentar el número de fieles de su partido.
La mancha es como este pequeño ejemplo. Resulta que un ultracatólico planea un atentado con gases y sustancias químicas contra los opositores. O sea, o estás conmigo o te echo el matamoscas. Cuántas veces ha sucedido esto en el transcurso de la historia. Los verdaderos representantes de Jesús no podrían jamás haber dejado existir a la puñetera Inquisición, por ejemplo, y acercándonos al hoy, no podrían dejar que sucedieran ni los abusos a menores ni la inmensa mortandad por hambre, donde fuera que la hubiere, ni detendrían sus páginas en verborrea sobre preservativos, sobre todo conociendo los problemas de África.
Señores, todos somos humanos y todos cometemos nuestros deslices, pero he aquí que el que se sube al pódium no sólo debe ser ejemplo sino parecerlo, como la mujer del César. Yo me vengo de excursión a que me inflen el ego hasta parecer el muñeco Michelín, pues por papa que se papee, el hombre viene dentro de la piel y algún beneplácito que otro le darán los aplausos. En mi tierra se dice: Santo que caga no vale nada. Sé que no es delicada la expresión, pero sí clara, contundente: el santo padre, aunque lo fuera, es humano y por lo cual la santidad no la tiene en absoluto demostrada. Hubo papas que tenían un aura tan grande de bonhomía que incluso nos hicieron creer, hubo otros sobre los que pudimos pensar que estarían muy bien en las olimpiadas, dando vueltas a piscinas y cámaras; claro que esto eran pensamientos esporádicos y luego no sucedió lo que sucede ahora. ¿Con qué cuchara nos comemos toda esta aberración, la gran parafernalia estadopapal montada frente a la enorme carestía, no ya sólo de miles de trabajadores españoles parados sino también de miles de seres de otros continentes?
¿Qué estará haciendo en estos momentos su ufana santidad, en tanto muchos otros nos preguntamos por qué un señor que tiene todo acomodo, lo use o no lo use, está antes que la vida? Es que no se le cae el alma de vergüenza o con su preclara conciencia no va contando, uno a uno, los muertitos que caen como hojas de higuera mientras él se arremanga en el balcón delante de los mustios de su iglesia?
Y no me meto, no, contra ningún cristiano. Hablo de esos jóvenes que no saben leer. De esos muchachitos y muchachas que llegan de excursión y apenas no conocen que el jefe de su iglesia consiente las imágenes de Dios, prohibidas ya en el Antiguo Testamento y ofrece, según leí, cinco mil euros para paliar el hambre, mientras conserva, en las abigarradas habitaciones de muchas catedrales, tesoros que podrían paliar las urgentísimas necesidades de los pobres.
Jesús compartía con ellos, con prostitutas, con personas sencillas todo el pan y el amor que poseía. Este papa comparte sus visitas con analfabetos de su propia religión que, si realmente comprendieran las enseñanzas del Maestro, pondrían en tela de juicio toda este circo.
Tú eres Pedro y sobre esta piedra…
Actualmente, piedra de escándalo.



7 de agosto de 2011

LA VERDAD ES ÚNICAMENTE REDONDA




Leyendo la noticia del abandono de Javi Poves, se me vienen a la cabeza multitud de verdades, hasta donde una mujer puede considerar que algo sea verdad. No me vengan ahora con la historia de si he dicho una mujer, digo una mujer como hubiera podido decir un hombre, un ser humano o una inteligencia de andar por esta química del carbono. En fin, que sí, que estoy con él, que es lo más redondo que se puede decir no sólo de ese mundo dislocado ya y desaforado del balón sino de casi todo el mundo. Estamos como cabras en busca del más alto precipicio donde arrojar al tiempo la moral y el destino, como leones furiosos que matan por triunfar, como sierpes que atisban los talones de cualquier pensamiento que no juegue a la bolsa, como curas que ven y no pronuncian el delirio que es ver morir a los niños y a los viejos, a cualquier ser humano, por hambre material o cualquier otra hambre. Que yo también me iría al África, a Indonesia, a la China, a la India, antes que hacer la vista gorda ante tanta indecencia como está sucediendo, sea quien sea que nos juegue un partido a la pelota. Pelotas hay de caucho, de papel, de mentira, de votos. Tantísimas pelotas que somos pelotaris. Con una de ellas en la mano seríamos capaces hasta de disimular los cuernos.
Javi, bien hecho y que si lo desean te comparen con Roa o con cualquier persona que se plantee en serio la existencia. El mundo, ahora mismo, es un terrible campo de batalla en el que existen solamente dos bandos, los que dominan y los que mueren o moriremos el día que a los primeros se les antoje. Ya inventarán el modo, ya se abrirán los cauces, acudirá la, ya llegada, bestia que arramble con todo y nos marque sus signos en la mente –aunque creo más bien que lo hará en el bolsillo; que ya lo ha hecho- y todo aquel que se niegue a secundarla, será propicio para el bono que le nombre por siempre anti-sistema. De qué sistema hablamos, de qué muerte terrible para tantos, de qué otra disfunción, de qué infiernos…
Mi corazón también , ya hace tiempo, emigró con aquellos que no juegan jamás al Monopoli.

3 de agosto de 2011

POR EJEMPLO LAS MOSCAS Y EL VERANO



Cuánto dolor causa en la vida la envidia. Acostumbrado el ser a ser individualmente colectivo, quiere apresar en él lo que le place. Así, va devanando laberintos, abriendo nuevas fosas cada día y enterrando a sus muertos en cada una de ellas. A fuerza de saltar hondonadas, he perdido la fe en la amistad; mas no crean que es un descreer, es el temor a que nunca renazca lo que no supo jamás morir. Difícil situación, porque de lo que muere vienen otros a ocupar nuestros puestos, digamos las lombrices, las moscas, las bacterias… pero de lo que ni vive ni muere, como dijo Cernuda, qué no llega nunca, qué no regresa, qué no nos habita en esa deshabitación que nos dejaron los truhanes.
Yo tenía una casa repleta de cariño y tenía unas sílabas –sigo escuchándolas- y tenía una silla en donde se sentaba la poesía. Abrieron la ventana y deslizaron ciegas serpientes, hierros, calamidades, flores con veneno escondido. Ahora, lo que era dentro no ha dejado de serlo, pero se extiende fuera. Cuánta mentira enhiesta, más alta que una torre, envuelve a los que nunca debieron escuchar.
Alguien dijo que el dolor ocurría porque uno era cauce hacia la voz del otro y ahora mismo ese alguien ocupa falsamente el lugar de la risa y el verano. Me duele su mentira, como ya me dolieron las heridas que profirió, cuchillos que solamente fueron a desnudar amores. Me duele esa mujer que todavía ríe en su costado.
Veo llegar un río de maldad femenina, en sus faldas se oculta la razón de esta tristeza, pero no la dirán sus aguas, no la regalarán, se ha buscado escaleras y pasos, fotogramas, para llegar tan alto como su propio cieno, tan arriba o más que su miseria, tan negramente al mando de las muchas orejas que lo cruzan. Furias en un pedestal y los heridos, lejos, sangrando más palabras.
Cuánto duele la boca que no sabe la prudencia del viento ni conoce la propia realidad y se le escapan, duplicadas, las moscas de la ira, por algo que jamás tuvo presencia. Cuánto muerde en la mano la falsedad de una intriga por quererle robar el pasaporte a quien lo tuvo.


26 de julio de 2011

LA INSIGNIFICANTE PECHUGA DE LA BO




Siempre se dijo que la semántica no engaña. Con respecto a la equivocación sufrida en determinado periódico, en el que se toma a la alcaldesa valenciana por la directora de la cárcel de Palermo, podríamos decir que se trata de un caso de semántica en ciencias cognitivas, puesto que el oyente se ha quedado con el cante de los famosos trajes del ex presidente y lo que nos hubiera podido suceder a cualquiera de nosotros en idéntico caso. Y ahí, vamos, no les parezca tan ilógico: señoras al mando, trajes de diseño, presidiarios… Todo un silogismo desarmado, como a esta época corresponde. Indignación desarmada, educación desarmada, economía desarmada y armamento para cubrir todo lo que debiera descubrirse. Conste que nada tengo contra nada, pues nada me es sino ajeno, distante, incomprensible.
Un país de borricos es lo que somos, un país de ilegales, amplío la extensión  -como hiciera ante uno de nuestros dirigentes, en cierta ocasión, un árabe que pretendía reconquistar Al-Ándalus-, y digo: un mundo de ilegales es lo que somos, en el que se castiga que un personaje, listillo, al que no justifico, robe las dentaduras de los muertos, sus pinceladas áureas que, al fin y al cabo, regresaron al suelo, y los vivos nos dejen a todos sin masticar. No quiero referirme al mundo de los que todavía respiramos, pese a ellos, sino a los otros vivos, a los caraduras, a los potentes invasores de la coherencia, de la fraternidad, del derecho del ser humano a su propia dignidad.
Llegada a este punto, ya no sé si me he deslizado a otro tipo de semántica o no, pero puedo asegurar que hoy en día el significado de muchas palabras dista mucho de adaptarse a la realidad que señalan. Hagamos una prueba: ¿Quién tiene la razón? ¿Quién triunfa? ¿Quién es signo de buena literatura? ¿Quién representa a un país en lo que fuere que venga al caso?... Más que el número pi, más que su numerosa sarta de cifras decimales, más que sus ilimitados errores, más que las prohibiciones de una o de otra Rita, más que los euros para convalidar los trajes, más que los dimes y diretes de una congregación de monas mirando los reality show de la caja banal, serían los signos inaplicables a los objetos que debieran significar y los sujetos… ay, los sujetos que nos tienen amargados… Ochenta mil políticos y más y más y más, des-significando el capital y des-significando el bolsillo proletario y des-significando la diestra, y lo siniestro es que tenemos que mamarla. Y aquí, señores míos, no se trata tampoco de la alegre pechuga de la Bo ni de la delicada teta de una madre, porque España, amigos míos, hace tiempo que ejerce, en el mejor de los casos, de madrastra.

21 de julio de 2011

COMO UNA INMENSA CUEVA


Realmente en la tierra existe un dios, algo que es lo único global, el dueño totalitario del planeta, eso a lo que todos tienden y por lo que tantos darían no su vida sino la de otros –podemos conjugar la frase en cualquier tiempo verbal-. El dinero, el capital, la riqueza o como lo queramos llamar es ese dios materialmente omnipot y omnipres “ente” al fin y al cabo.
Y no se salva nadie de caer ante sus oscuros oráculos. Señores, hasta los que dicen servir, representar, ser casi casi la voz de Dios, custodian sus poderes. Qué decir ante los inmensos tesoros de la santísima y discutidísima iglesia. Qué pensar ante el montoncillo de euros preciso para traer al país al Sumo. Pero… ¡por la naturaleza, por los que pasan hambre, por los niños que mueren a diario sin pan, sin agua, sin…! ¿Es que ese hombre no se da cuenta? ¿Es que puede creer en lo que dice, dejando que suceda lo que sucede?
Yo no creo en su dios efecto, no creo en su persona, no creo en lo que dice creer del modo en que parece creerlo. Su Dios causa era todo un signo de pobreza, el signo. ¿En qué inmensa cueva habitamos? Ni la sombra que vislumbrara Platón se adivina desde esta caverna. Me viene a la memoria una pequeña historia que narraba mi madre hace años y cuya conclusión era qué pensaría Jesús, si volviera a la tierra de momento, y viera en qué brutal negocio se ha convertido lo que humildemente comenzara a lomos de una burra… Todo lo que fue sencillez, desnudez de atavíos, fraternidad, sanación, convertido en ellos sabrán qué.
No me lo puedo creer, exclamamos tantas veces ante cualquier noticia. No puedo acostumbrarme, mi lógica no concibe, mis ojos se escandalizan, cuando observo lo que no observa nada de lo que debiera ser representado. Casi estoy bajando todavía del tren que me llevó a Madrid, en donde pude comprobar una vez más que el arte ya no es el arte sino otro modo de recolectar al dios, de percibir al dios global dentro de los bolsillos, de santificar nuestro delirio a base de sus santísimos billetes y sus venerables monedas. Quise entrar en un museo a ver la exposición de un interesante pintor, bueno pues el pase que quedaba era a las diez de la noche, cuarto de hora de asueto entre los lienzos y fuera, que el pedazo de la divinidad pagada no daba para más. Que lo vean sus muertos, si es que comulgan con esa osadía que envuelve hasta lo sacro actualmente. No adoro al dinero ni entrego en su loor estampas ni medallitas con el signo del euro en su faz y en su envés. Si el arte que encierran los museos, las catedrales, cualquier enclave, solamente es signo de enriquecimiento para aquellos que reciben sus prebendas, allá ellos. Todavía existen las montañas, los árboles, los ríos, los paisajes, son obras del pintor naturaleza, que no cobra en euros la armonía.
No he querido decir que no ame cualquier manifestación de la belleza, se halle donde se halle; que no llore el sucio mercantilismo en que ha caído todo; que no me llene los ojos de preguntas el hecho de observar un tesoro catedralicio y luego que, en el telediario, vuelvan a la pantalla esos críos pequeños deshidratados, muertos, sin derecho a vivir. ¿Qué sucede en la mente de los más poderosos, bien sean del estado o las iglesias?… He hecho una pregunta.

4 de julio de 2011

SOBRE METÁFORAS Y DECIRES


Una cosa es decir: tengo una cría de cuervo en el sobaco, con lo que el lector ya sabe que, sea lo que sea, le sucede al poeta. Por sucia o por novedosa que nos parezca la metáfora, metida la susodicha cría en cualquier recoveco de la humana figura, indicará claramente que al autor le inunda algo que pudiera llamarse en la calle desazón, por ejemplo. Pero he aquí que la metáfora no siempre va hacia uno y, fiera de muchos caminos, el que pueda verse en ella reflejado no siempre será aquél o aquella al que el espejo poético quiso hacer receptor de su agirasolada palabra. Es decir, casi nunca se llegará a entender lo que quiso decir el poeta. Se tiene que andar mucho en la poética ajena, se tiene que haber repasado muchas veces el universo simbólico de un escritor, para dar en la tecla. Evidentemente, el que escribe camufla las disonancias con hermosos decires y suaviza la hermosura no en boga bajo duras, aunque luminosas, imágenes que transmitan una sensación, la que siente en ese exacto momento.
Escribir no es llorar hacia dentro, sino llorar, fuera de uno, en el triste mundillo que nos rodea. Hacia dentro no llora sino aquel al que le basta transmitir una tanda de sucesos, diarreas, dolencias, deseos, picores propios para, con ello, sentir su pobre espíritu más inflado, más leve, más cazador de mediocres en busca de un autor. El verdadero poeta llora su existencia entre tanto becerro de oro, pero no la transcribe con unipersonalidad, no la vierte en el caldo sublime de la poesía. Su poesía se duele más allá, se impregna más allá, llega de más allá y regresa al silencio del lector, sin nombre, sin apellido acaso, sin posesión ni propiedad alguna.
Sé de gente que, por un bórrame allá las letras, es capaz de montarle a uno un funeral, silenciarle por siempre, abarrotarle, por una falsa alarma y falsamente. Al verdadero poeta no se le puede callar ni con un tiro en las ingles, siempre nos quedará su verso, siempre nos quedarán sus sueños, siempre nos quedará su voz, que ya no será solamente su voz sino la voz de un pueblo, la insilenciable voz del deseo de todos, de la amargura nuestra, de toda la miseria que llevamos y de la enorme suerte de haber podido contemplar las cosas.
Escribir es una puerta abierta hacia ese pozo franco que comienza después de haber callado. Nadie ha podido nunca arrancarnos los versos. Nadie sabrá jamás llegar hasta el último escalón de la metáfora propia. Nadie podrá sajar el glorioso dolor de haber vivido en el centro ultimísimo de la voz. A nadie roba nada el que confía en una sucesión de letras que, mucho más certeras que ese número pi, tan discutido ahora, forman escalas ciertas en la música. Ser poeta es rozar apenas una célula de la única razón precisa para sentirnos vivos. Tan sólo una célula, pero, como dijo Arquímedes, ese punto de apoyo capaz de levantar el mundo.

2 de julio de 2011

DEBAJO DE LAS PIEDRAS


Levanta una y asomará un parado o un poeta. Así es España y así somos sus sufridores. No alcanzo a describir todas las variedades de gente inscrita en lo primero, pero la floración, en lo segundo, es altamente variada. Existen los poetas, es verdad, pero cuesta encontrarlos y esto no se contradice en absoluto con lo expuesto anteriormente. Una continua plaga de letriflojos, busca cámaras, trepalotodos, espejuelos, autofagocitenses, circulanos y mostradores, entre otros menos circunstanciados, menos especialistas, más híbridos, rodean, como una irrecuperable enfermedad, al auténtico vate. En breve pasaré a detenerme en cada una de las clasificaciones, inevitables en un país de toro y baloncillo, como es el nuestro.
Cómo identificar al letrifojo. Este espécimen, normalmente tiene un decir atiplado, engolado, su palabra se encuentra salpicada de floripondios eventuales que desdicen de la sub-prosa cantable que deja entre los folios. Abigarra mucho su materia para subir al encerado y siempre busca un distintivo, se le puede ver con sombrero o con pipa, con insignias de cualquier asociación en el ojete de la chaqueta, y un largo y repetido etc. Evidentemente no nos podemos detener en un pequeño artículo haciendo un estudio exhaustivo, por lo que nos conformaremos con dar unas cuantas pinceladas identificativas.
El busca cámara es más singular en su apariencia, suele peinarse más el día de autos, va siempre acompañado por material mediático, al que importa en base a su completa pesadez. Aparece en toda fotografía mirando hacia aquí, hacia allá, sin mirar, sonriendo, haciendo gestos diferentes de gravedad. Solemos tener suerte si los atrapados por su vistosa fama son sólo fotógrafos y no nos vemos en la necesidad de escuchar televisivamente sus verbos, diarreas y complejos.
Del trepalotodo no sólo se convierte en visual el momento de digerir su imagen y sus versos. Es tenaz, una de las variedades más constantes. Auto trabajador empedernido, vaya acá o vaya allá, como el del chiste del papa, siempre se le verá al lado del que cree poderoso con la sonrisa cándida, con la parla expandiéndose en todo tema, pasando sus referencias desde lo aprendido en su primera enciclopedia hasta lo enseñado a través de sus sensuales movimientos o incluso de sus propios escotes.
Los espejuelos también son de índole laboriosa. Miran acá y allá, leen a otros, disfrazan las palabras y las reflejan en sus propios especímenes de éxito ya contratado o perdedor innato. Amanuenses de lo ajeno, suelen colocar muchas veces sus obras antes que los que les sirvieron de base para trazar sus os sin un canuto.
Existen los autofagocitenses, aquellos de los cuales, si leemos sus obras, nos hartamos. Capaces de escribir desde uno a mil libros de lo que suelen llamar poesía, siempre dicen lo mismo y no bastándoles con repetir algunos de los títulos en ejemplares diversos, suelen mostrar un porcentaje de poemas repe. Claro está que, como especímenes distintos al auténtico poeta, no son tan localizables como otras familias bajopedrales, pues pocos son los que puedan gritar que conozcan totalmente sus obras.
Los circulanos son escribidores que funcionan en manada. Yo voy contigo porque tú vienes hacia mí. Yo te doy porque tú me has dado o me conjugarás el futuro. No sin mi colega, al que critico en privado o en público donde no esté, etc.
Existen mostradores no sólo en los bares, en los comercios, en las avenidas. Mostradores de red, de cuerpo, de conciencia. Suelen descubrirse en google, como también se encuentra allá agazapada la saga de los circulanos y de los busca cámaras. Otros de los especímenes comentados son de más oculta floración. Los mostradores muestran, dejan ante las pupilas su hacer, su ser, sus curvaturas, sus desnudos. Es típica en ellos una fotografía al lado de cualquier estrella mediática o un desnudo al lado de una bacinilla que ni siquiera se ha usado. Pueden verse con un lenguado entre los pectorales, a modo de vestido fluvial o una angula en la rabadilla, por aquello de ocultar un poco el carácter metrosexual de su poesía, a la que no se le puede arrancar ya ni un pelo más de tonta.
Ya, expuestas las principales variantes de todo lo que rodea, ahoga, desvirtúa, ensucia y ni lava ni plancha ni da esplendor a la poesía, sólo nos queda agregar que, como en las enfermedades mentales suele suceder y como en el ser humano suele acaecer, ninguna de estas especies se encuentra en estado totalmente puro, sino en una degeneración acuciante de hibridez, cada día más sofisticada e inmamable.

30 de junio de 2011

FLORINDA Y SU PEONZA


Florinda era una chica de pueblo que deseaba tener una peonza. La peonza es algo que se deja lanzar y gira y gira y gira, como en una canción best-seller, en torno de la cuerda que, aparentemente, le va dejando libertad. Luego, llega la mano que la recoge de nuevo y la manipula a su antojo. La joven, calculaba el movimiento exacto en torno al que todo debía bailar para conseguir ser la reina del baile, la más famosa joven de provincias dentro de aquel tejemaneje de cuerda y de madera. Si había madera, evidentemente, y no era plástico lo que daba la forma a su juguete. La dulce Flor, la parloteante flor, la inculta floración que solamente acudía a posar ante cualquier objetivo, la dueña exhaustiva de aquella tragicómica peonza que, presa de atávico pavor, giraba en desmesura, no cesaba en sus números.
Yo conocí a Florita, no era frágil ni de sus pechos siempre manaba leche y miel. Bien guarnecida, casi caballar, dicharachera a ratos, relinchante otros, con deje afroasiático, como de estar mojando pan con vino, manejaba de acá para allá sus ilusiones y sus fatídicos despechos. La pobre peonza, de material cansino, barriobajero, pajiza en determinadas situaciones, despintándose ya sus rayitas de origen y sin marca, qué podía hacer sino permanecer en el enorme bolsillo del babero de aquella colegiala sin colegio y esperar el recreo y los fines de semana para saberse acariciada por la mano esponjosa y durísima de su dueña y señora.
Lori, deseaba llamarse, como hija de clan reconocido. Lori la del ropero de caridad. Lori la del estrado del deportivo. Lori la del descapotable. Lori la del segundo A de la finca mayor. Lori, continuamente Lori en manifestaciones, discursos, eventos, prensa, micrófonos y abadías.
Yo conocí a esa Lori, cuando dejó de ser Florinda Pérez para escribir en sus tarjetas de visita Lory P. de Monreal. Florinda Pérez de su pueblo, de su ciudad natal, que era como un pueblo, del garaje de debajo de los hijos de Micaela y de Damián que siempre habían sido porteros del billar de Monreal y, a turnos, cuidadores de la vieja señora Lupi la de Cornejo. Yo viajé incluso con esa Lori. A Lori le encantaba viajar con cupos del Hotel Caimán y de la red de aeronaves La Vencida. Era chic, todo era new wave en su lucrada presencia. Lory, la del mechón rojizo. Lory la de los pantalones pirata y la camiseta de “Reybook”. Cómo iba a ser menos.
Siempre me dije que esa chica llegaría a escribir. Siempre me apostillé que esa muchacha tenía cierto aire emblecarismediático, la dosis justa que se precisa hoy para alienar a esta sociedad mediocre en que vivimos. Me enorgullezco de poseer una visión tan preclara de futuro. Hoy, al fin, apareció en el mercado el primer tocho. Firmado por Lory P. pero ya no Lori ni Flori ni Florinda sino Lory y ni siquiera de Monreal sino de Massachusetts, redondamente Lory P. de Massachusetts –la P. al menos la había conservado, como la parte más profunda de su gramática personalidad-, ha venido a completar uno de los escaparates de la famosa librería monrealense “La pava acuática”, el volumen número uno de “Cantinelas de Abril y Mayo y otros meses”. Amenaza el tema con perseguirnos, cómo no, en mayúscula, en Enero y en Febrero y en Marzo o por doquier. No podía ser menos, su familia siempre fue así, dijeron otras voces, si uno tiene, ella, ha de tener más. El prólogo, qué pena que una peonza no sepa escribir, lo firma el que bailaba en ella. Tengan éxito.


28 de junio de 2011

LA LEY DE LA ESCALERA



Este país no es el de la lista de Schlinder sino un país vulgar aficionado al tráfico de escalera. Unos suben mientras otros bajan y así con esa afición tan taurina y pelotera vamos hundiendo nuestra realidad y nuestra moral. Auténticas procesiones, pasos que se entrecruzan, unos que van perdiendo lo poco que les quedaba de su angosta miseria y otros que no declaran nada. Ahora zutanito, como es alcalde, se subirá el taitantos y menganita, como es política, no hará sus cuentecillas anuales, pero Perico, como vive en el cuarto de una ciudad sin ley, donde reina el griterío diario, suena la música de timbales y panderetas o de rap constantemente, la vecina sale a regar las aceras en bañador y nos despertamos con una catedral colonizada por la política de turno, amén de los ensayos, para un año después, de cofradías y demás espectáculos, se ahogará, no sólo entre la ardiente bruma veraniega sino entre cifras que jamás darán un gradiente sobre cero.
Un país de opereta, dijeron algunos, un país de miseria, apostillaron otros. Zapatero a tus descuidos, podríamos decir y el futuro qué nos deparará. ¿Retornará el derecho de pernada, si es que se abolió?, porque de ese deber de unos se sabe en términos literarios, en temas literarios, en realidades literarias. Es que somos esclavos; vasallos perennes de la ignominia, nos esforzamos en convertir todo lo que tocamos en cómic, en parodia, en reality show, como nuestra lengua, cada día más mestiza, en ripio, en asco.
Así, hora tras hora, las tiendas abren, se cierran, las calles se llenan, se vacían, los precios suben y las pensiones se congelan, con intención en algún lado de bajar. Pero siempre podemos llegar a ser alcaldes, a capitanear una lista electoral u obtener algún puesto fijo, sirviendo, si es que desde ahí se sirve, a quien debiera servirnos en vez de dominarnos. Siempre podemos llegar de fuera y gozar de privilegios que el de dentro no tiene, siempre podemos afiliarnos a algún lobby de poder, aunque normalmente hay virtudes que nos manifiestan a grito pelado su incompatibilidad con las alcaldías, su incredulidad hacia las listas, su movilidad frente a la displicente quietud del funcionariado y su mirada polar y no podemos salir para entrar de nuevo ni, por pertenecer, nos perteneceríamos ya a nosotros mismos, de no ser que lo único que nos aferra a la realidad es el sueño, el deseo, que diría Cernuda.
Nos dejarán desnudos, si es que nos dejan de algún modo y no inventan algo que me viene rozando las orejas hace tiempo. Algo que mermará la especie el día en que el dios global nos enseñe en su bolsa que somos demasiados. Es tan fácil hacerlo. Sólo se necesita trepar hasta el último peldaño y dar la voz. Ni siquiera hace falta tocar algún botón, los botones no saben de rostros ni de títulos.

22 de junio de 2011

AMAR AL DE MANAGUA MIENTRAS APUÑALAS A TU VECINO


No forma parte esto de ningún mandamiento, pero es una de las realidades no decretadas más frecuentes. Elementos que se adhieren a cualquier movimiento con tal de salir en las fotografías y son capaces, a su vez, de desear hundir al vecino del cuarto, aunque no de conseguirlo siempre. Crea asombro, mucho asombro, ver cómo se colocan las insignias y acuden a aquelarres sin necesidad siquiera de escoba. Y la vida es así, claro está que, a quien la musa no le dio pañuelo, tenga que conformarse con inventar mentiras. Lo malo es que la gente se las cree; pesa más hoy en día la aparición de un caradura en cualquier estafeta de caridad que la verdad sencilla, claro está que el susodicho o, dígase susodicha, se adherirá a cualquier injustificante con tal de justificarse.
Señores, hace falta cultura y hace falta ética y hace falta dignidad y hacen falta también, por qué no, un par de narices para enfrentarse a la mentira y decir, claramente, no. Se escuchan y se leen quejas sobre lo que cuesta esto o lo otro, sobre todo lo que mantenemos sin desearlo ni ser de justicia que se mantenga, sobre lo que unos u otros derrochan a nuestro cargo, pero nadie se atreve a manifestarse seriamente contra las miles de contradicciones que nos rigen. No me refiero a la queja en boga actual de nuestra juventud sino a montones de otras que, en vez de gritarlas, vamos guardando día a día en el cajón de nuestra indiferencia. Casi todo está mal, no están mal solamente el estado o la iglesia, estamos mal nosotros y estamos mal porque nos hemos ido dejando colgar, palmo a palmo, la yunta. Y, en parte lo hemos consentido porque, cuando en la historia ha habido alguien, dígasele Jesús o Martin Lutero King o Ghandi o Guevara… que ha puesto su verdad en claro, siempre se ha encontrado el modo de oscurecerlo a la mayor rapidez. Siempre están las armas más primitivas al día para lograr el silencio y también las más derivadas. Somos una sociedad herida de muerte y una de nuestras enfermedades podríamos llamarla el síndrome de “JS Gaviota”. Persona que vale, patada y balón fuera, no se nos vea el plumero de la imbecilidad o de la inutilidad o de la incapacidad y las múltiples dades que se puedan dar.
Pero no nos desviemos, yo me pregunto, qué pinta en una manifestación por la paz o contra la violencia –no me adhiero a su apellido, porque las hay y bien gordas en todos los géneros y subgéneros posibles, hasta en los más diminutos y microscópicos animales- o contra la plaga de la araña o a favor de la ayuda a Irán o a Managua o a San Sebastián de la Comedia, una persona incapaz de compartir con los de al lado, incapaz de confesarse la verdad, incapaz de dejar que los otros sean felices, por envidia. No sé, pero me la imagino cargada de lazadas, de medallas, de rúbricas, de palabras que hoy dicen sí y mañana reniegan de sus propios vocabularios, en fin, como cuando yo antes criaba aficionadamente gatos persas y los llevaba a alguna exposición, con el pelito bien atusado, la cara bien lavada y en espera del necesario galardón y la fotito de turno. No, señores, ya no es tiempo de andar por las traviesas y dejarnos pisar por fanfarrones. Se ha de imponer la verdad o cualquier día, y será tarde, veremos a alguno de esos personajes encabezando, con su sonrisa de comadreja, cualquiera de las listas que pretendan gobierno y los más inocentes y los más pervertidos lo votarán y no podremos bajar a su nivel de falsedad y sonreír o al de su ruindad para intentar borrarlo del entorno.

20 de junio de 2011

NO SOMOS CINCO O SEIS

Ayer, en mi ciudad, salimos muchos a la calle, pero no suficientes todavía. Todo necesita urgentemente un cambio, un buen lavado con centrifugado de política y de leyes. Banqueros, alcaldes, empresarios, precisan ser lavados de inmediato con un detergente de esos que neutralizan todo. Demasiadas bacterias acuden a comer mientras la ropa se va pudriendo sola.
Y no sólo de pan vive el que asiste a un festín no global, también vive perfectamente de marisco, de vinos, de egoísmo y de adorar a la fiera única que antaño se llamaba dólar y, casi casi, podríamos decir que ha llegado a denominarse euro.
Realmente curioso el desfile de ayer, un pasacalle al que restarán número y valía y en el que mucho asombraba ver a algunos que, habiéndose alimentado del ente que critican u obrado a su modo, parecen intentar que, en caso de cambio, también les alimente el otro.
Una hilera larguísima de personas, infinitamente superior a los desfiles por la paz o a las procesiones, fue llenando las calles. Nunca vi más reporteros filmando rostro y pies de los que estamos hartos de tanta incongruencia. Periodistas desconocidos unos, aficionados otros, algún que otro de los que venden a sus amos hasta el derecho invendible de sus fotografías, todos con el ojo de la cámara abierto, porque esto de quejarse del gobierno es algo que sucede por primera vez en masa, desde hace muchos años. Algo que, en el momento actual hacía mucha falta.
Cuando el euro, el dólar, lo que antes se llamó la pela, se monta sobre la espalda de los hombres y los doblega, juega con ellos a través de los múltiples orificios de unas leyes que no coinciden siempre -porque hay leyes de andar por los juzgados y leyes de andar por otros establecimientos monetarios que no sólo causan conclusiones ajenas a las de caminar por la ética sino que se dan de bofetadas las unas a las otras- no queda más remedio que poner el grito en el aire. Nunca comprenderé que algo que sirva para justificar la entrada en un juzgado no sea útil para comparecer ante determinadas dependencias dimanantes del ayuntamiento local. En fin, el que hace la cuerda sabrá cómo se desanuda el nudo.
Demasiada política en todos los estamentos, demasiados bolsillos en la sombra, demasiada fanfarria, demasiadas siglas, demasiadas frases hechas para ir deshaciendo la conciencia, la esperanza, la fe. Todo un batiburrillo de leyendas, especie, al fin, de propagandas, como si se apoyara eso de tome leche caucásica, la de más calcio o circule con la camiseta del terror, la más chic. Propagandas y leches y fastidios, para acabar peor que en una tiranía o en la descaradísima usura que ninguna ley persigue o en la imbecilización del televidente o en un trístisimo ensalzamiento de la vulgaridad, la mediocridad o la fracción alienante de un balón. Todo para echar fuera de sentencia las enormes pelotas de una inadmisible sociedad que nos viene pesando y forma parte ya del inaceptable envenenamiento de nuestros derechos más legítimos.

19 de junio de 2011

LA CORTE DE LOS MILAGROS

Me suelo preguntar qué sucede cuando en algún concurso, en alguna fundación, en cualquier rincón del planeta, en todas partes, vemos la injusticia literaria en pie, como si fuera acaso una mujer airada de esas de películas de otros mundos. Con su terrible capa negra, ella lleva ya escritos los nombres de unos cuantos, los seudónimos de una sarta de mediocres que sirven para esto o para aquello, llegando a ser reyezuelos perennes de Taifas.
Así pues, vemos revistas, por ejemplo, capitaneadas siempre por los mismos engendros literarios, fíjense en el apellido, he dicho claramente literarios, de sus vidas comunes nada digo. Personajes que quizás aprendieron a hacer la o con un canuto dentro de la literatura. Y así sucede y una se cuestiona si nadie más en toda una provincia o saliendo de ella, si hace falta, alcanza los centiles necesarios como para cambiar al menos la fatídica lista que nos huele a dedo mal metido.
También sucede eso en los concursos y, con la hiel abierta, notamos que existen superbodrios con más poder aún que los más iniciados poetas de la historia. ¿Se han preguntado, acaso, qué pasaría si volviera hoy en día Federico o regresara Alejandra Pizarnik u Olga Orozco mandara sus papeles a cualquier concursete de España? Pues miren mi apuesta, seguramente ese que avisa o practica el consabido toma y daca o los compra, ganaría por encima de ellos. Y ahí viene el puñal a derramar preguntas y preguntas. ¿Es que no vale la calidad? ¿Es que no se sabe ya qué es literatura? ¿Es que la mierda nos llega hasta el cuello y habremos de manifestarnos como irritados de la palabra –por aquello de no plagiar la indignación o hacerla todavía más grande-? ¿Es que no se jubilan los jurados? ¿Que no alcanzan mayoría de edad mental suficiente como para bajar ya del escenario algunos? Así, así, llenaríamos páginas y páginas, sin remedio, sin remedo, porque la cobardía es mucha en pro de mantener las boquitas abiertas por si, en un presente próximo o en un futuro igual, cae la rosca dentro de alguna de ellas o puede hacerse incluso de donut –ustedes ya me entienden-.
Ah, cuán eterna se nos hace la frase Escribir en España es llorar, la sentencia. Cuán perdurable el robo, el instinto lazarillesco de unos trovadores que pretenden la gloria, el celestineo de tantos camellos de tóxicos literarios, la terrible Iliada de la mentira, la expandida Odisea de unos textos banales. Y esta memoria en chufla de la historia jamás se convierte en sujeto de opinión generalizada, no es tema de debate serio, porque las cosas del único dios global, llámese euro o dólar –hasta que este pase de nuevo al primer puesto-, no deben discutirse. Ante el dinero todo lo sucio se convierte en limpio y la mentira histórica va engordando sus filas y sus claustros.

14 de junio de 2011

VEO, VEO. ¿QUÉ ES?


Qué es la literatura. Qué es la poesía y qué poesía está bien o mal escrita, nos preguntamos a menudo. El canon de belleza va cambiando en el transcurso de los tiempos, ha ido mutando diría, y nos encontramos en un punto en el que nada tienen que ver con ella las acertadas metáforas o las aliteraciones espléndidamente utilizadas, por nombrar algunos de los recursos de la lírica. No señores, no sean tan utópicos. Ganar un premio está más relacionado con una operación de pecho que con que la palabra salga de lo más hondo del mismo. Hágase cliente de una casa de apaños o apáñese con el factótum de turno o confiese en su plica que la mejor parte de su cuerpo, la más deseada, tiene tan sólo 20 años –pero no canten nunca aquello de hace veinte que tengo veinte, no, acabados de dejar en el ponedero y calentitos-. Si usted tiene menos de cuarenta y a usted le gusta la fotografía, prepare la cámara, siéntese en el inodoro de su casa totalmente a pelo y que dispare. Con esta sencilla fórmula se le abrirá alguna que otra de las múltiples entradas falsas del parnaso. Pero si, en cambio, usted es una persona que hace malabares con la palabra, no deja que le oteen ciertas partes sino a su propia voluntad y elección, y, encima, no tiene cámara… tápese los oídos y muérdase las uñas antes de devolver la sarta de insensateces que, de por vida literaria, deberá escuchar o leer sobre su propia manera de acudir a los concursos.
Estamos en un trance en el que gran parte de lo irreal, de lo imaginario, de la fantasía, de lo impalpable, tan grandiosa parte que es casi el cien por cien, se apoya más en la concesión que en el motivo de la misma. Escriba usted una patata, siémbrela en el campo preciso y el octogenario de turno le dará el resultado. Recoja usted el premio y páguele con un ligero roce en sus nalgas o en su encorvada espalda. Ni da para más su sexualidad, ya a esas altas horas de la vida, ni su propia literatura. A libro malo, caballo viejo. Claro está que, como sucede con el de Cortázar, la historia puede novelarse de mil maneras diferentes, cambien de lugar el sexo, el género, el tipo de convocatoria, los gerifaltes que la explotan y obtendrán otros relatos de toma y daca. Pero existe algo que no deben olvidar, si desean subirse al pódium del éxito en pocos pasos, uno de los juegos más rápidos para obtener la gloria es aquel de los jurados uni o bipersonales, dispuestos a jugar, evidentemente –no hablamos aquí de ninguno de los que jamás abrirían partida-. En ese tipo de bufandeos, sucede muchas veces lo de los preservativos, póntelo, pónselo, en la justa variante de dámelo, y te lo doy. Así pues, sabidas desde siempre las normas de este bingo literario, cada vez más folclórico: hagan juego, señores, que una misma se compra los billetes, se monta al avión y se va a Pernambuco o lo que dice el chiste, a peinarse un poco de tanta ristra sucia y tan poca poesía. Los chorizos, los trepas, los enchufados, los mamapuestos, amigos míos, no existen solamente en la política.

6 de junio de 2011

HACER LA REVOLUCIÓN DESDE UN PISO DE CINCO ESTRELLAS



Quizás se asome al balcón y sin despeinarse apenas sienta en su rostro el viento de una revolución que en nada la afecta. Ella se coloca el vaquero, se lanza a la calle y, una vez en la plaza, levanta sus dos manos, en señal de aplauso, cada vez que el joven indignado lanza una consigna. Madeleine o Luisa de la Concepción, la señora de, pija nueva o nueva rica, como quieran llamarla, desespera su voz y grita, clama, corea. Sí, necesitamos un cambio a nivel mundial, no se puede consentir, no no es justo lo que sucede, yo ya lo dije, es una brutalidad que se os llame esto y lo otro y lo de más allá, maldito el que lo dijo. Bendito antes de ayer, cuando correspondía ser más ciudadana que nadie de Viñaduana de Abajo y palmear al compás del soniquete o contemplar con mantilla el folclore… Cuánta chaqueta al viento. Sabrá ella qué es ninguna de las necesidades que tienen los chavales, habrá pasado hambre alguna vez, aunque fuera el hecho de deglutir un chicharrón de menos o un palmito menos con queso de ese importado de las francias seculares. Pero sigue gritando y el rostro se le frunce y mira al de al lado y éste asiente, sí, la revolución es esto, esto es la paz, esto es el futuro y hemos de confraternizarnos, como cuando desde la mejor tribuna del football gritamos todos gol a una. Y se sienta en el suelo, cuidando que su Caroche, modelo que le cuesta casi como una chaqueta de visón, no se estropee demasiado, que una cosa es ser revolucionaria y otra tener que llevar de nuevo el modelito al tinte con lo que cuesta un vuelo a Miami y otro a Portugal y no se puede dejar de volar, que luego una cuenta cómo le va en cada sitio y el que no lo haya visto se trague la narración.  Y sacará el pañuelo, digo yo si lo sacará, para llorar si hace falta por los compañeros que apalearon en una plaza céntrica de otra ciudad, pero en su pañuelo, tal vez, bordadas se vislumbren sus iniciales. No puede ser de otro modo, así se ve en las películas en las que la chica sube en su coche rojo y, dispuesta a viajar, se despide del chico, asomando un pañuelo por la ventanilla.
Y eso es la revolución para algunos, el giro que ha de dar la historia, el pistoletazo inicial para una carrera que llegará hasta la paz y ella, sabedora de esto y de lo otro, se lo irá contando a todo el que se cruce por la calle, porque, al parecer, nadie comprende qué es eso de manifestarse en las plazas ni para qué o para qué no sirve e irá desgranando, una a una, todas las cláusulas de aquél grito, de aquella reclamación, hasta llegar a casa. Ya, en la acera, antes de entrar a la escalinata purpúrea que da justo debajo de su balcón airoso, sacudirá el polvo que se le quedó en el trasero, al sentarse en el suelo, no vaya a ser que Doña Rufifi la vecina del quinto, se dé cuenta de que va sucia. Arreglará las mechas que el viento desplazó y se mirará al espejito mágico que lleva en el bolso Armani, antes de bajar del ascensor. No es en el rellano sitio para reivindicaciones, eso era allá, delante del tiovivo, entre las jaimas y las mesas de los helados. Aquí no, cómo iba a ser lo mismo. En el edificio Flor de Lis 4 no, ahí no hay cambio posible ni se demanda nada, cada uno disfruta de los doscientos cincuenta metros lisos de apartamento que le corresponden, piscina, solarium, antena parabólica y bañera con hidromasaje. La semana que viene, quizás, si los indignados no cesan en su juvenil indignación, se dice, bajaré un ratito más. Me siento rejuvenecida, me hace más papel que llegarme a los baños árabes o que me hagan el masaje de cuero cabelludo o de espalda en Garden´s & Flower´s.