30 de octubre de 2011

ROBOS A PLUMA ARMADA



Se sabe que quien encubre un delito es cómplice del mismo. Así pues, el que cubre una mentira, miente con el que la pronuncia o realiza, de ahí el título.
Toda la vida se ha dicho que en cualquier concurso el finalista es realmente el ganador, pero desde que se les ve el plumero, muchos convocantes no dan ya su listado de finalistas. De ese modo, puede llegarse incluso a la incorporación de neonatos que no se presentaron a tiempo en el sanguinolento parto de los premios. Y es que somos demasiados para tan poco pastel. Gran parte, bocas sucias que andan a la consecución de bocado y no se detienen ante nada. La ética parece, actualmente, no formar pareja con la estética y llegar bien armada o intentando armar a cualquier miembro del jurado en cuestión. Fotografías de desnudos, ya lo dije en otra ocasión, pululan por la red en pro de un beneficio pecunio-literario que, en realidad, debería denominarse erótico-literario o chanchullo-literario, pero así va la cosa.
Representan a nuestro país en el exterior, viajan los pastelitos de gloria más a mano que, evidentemente, saben hacer la o con un canuto, pero, gran parte de las veces, solamente la o, mientras con el pastel llegan a desarrollar incluso un vocabulario astral, por no decir que la anatomía les habla el arameo de las sombras. Y no me vayan a llamar puritana, no. Que una mujer o un hombre maneje a perfección el Kamasutra, es valor añadido a su sapiencia, mas no se elija una obra literaria a tenor de ello. El coño, señores, nunca supo escribir y ni sirve para la denominación de origen que distribuye desigualmente poetas y poetisas ni debe ser objeto primero para subir al pódium; claro que, humildemente, he de reconocer que está siendo motivo, el pelandrusco, de que actualmente la mujer aumente su porcentaje participativo en las antologías, las cuales siempre fueron sembrado de varones, en gran parte, y literariamente machistas.
Como ven, no acomodo folículos pilosos en la lengua, aunque por no querer dar precio a mi literatura, me tenga que poner a la cola de todos esos lisonjeros plumíferos de moda. Es curioso, la verdad, ver como de repente y sin que nadie supiera antes del nombre, se escala hasta el más alto nivel. Curioso, sí señores, podemos repetirlo, ver nacer de ese modo a una supernova que durará en la cumbre en tanto su fluidez vaginal irrigue el buen gusto de los elevadores. Y así vamos en todo decreciendo y hundiéndonos en la más cenagosa vulgaridad y prefiriendo, cuando llegan las fiestas, que cualquier alma bendita que a bien lo tenga nos regale un juego completo de fiambreras plásticas, tan útiles para las excursiones campestres, en vez de una novela o un libro de poemas, por ejemplo…