3 de agosto de 2011

POR EJEMPLO LAS MOSCAS Y EL VERANO



Cuánto dolor causa en la vida la envidia. Acostumbrado el ser a ser individualmente colectivo, quiere apresar en él lo que le place. Así, va devanando laberintos, abriendo nuevas fosas cada día y enterrando a sus muertos en cada una de ellas. A fuerza de saltar hondonadas, he perdido la fe en la amistad; mas no crean que es un descreer, es el temor a que nunca renazca lo que no supo jamás morir. Difícil situación, porque de lo que muere vienen otros a ocupar nuestros puestos, digamos las lombrices, las moscas, las bacterias… pero de lo que ni vive ni muere, como dijo Cernuda, qué no llega nunca, qué no regresa, qué no nos habita en esa deshabitación que nos dejaron los truhanes.
Yo tenía una casa repleta de cariño y tenía unas sílabas –sigo escuchándolas- y tenía una silla en donde se sentaba la poesía. Abrieron la ventana y deslizaron ciegas serpientes, hierros, calamidades, flores con veneno escondido. Ahora, lo que era dentro no ha dejado de serlo, pero se extiende fuera. Cuánta mentira enhiesta, más alta que una torre, envuelve a los que nunca debieron escuchar.
Alguien dijo que el dolor ocurría porque uno era cauce hacia la voz del otro y ahora mismo ese alguien ocupa falsamente el lugar de la risa y el verano. Me duele su mentira, como ya me dolieron las heridas que profirió, cuchillos que solamente fueron a desnudar amores. Me duele esa mujer que todavía ríe en su costado.
Veo llegar un río de maldad femenina, en sus faldas se oculta la razón de esta tristeza, pero no la dirán sus aguas, no la regalarán, se ha buscado escaleras y pasos, fotogramas, para llegar tan alto como su propio cieno, tan arriba o más que su miseria, tan negramente al mando de las muchas orejas que lo cruzan. Furias en un pedestal y los heridos, lejos, sangrando más palabras.
Cuánto duele la boca que no sabe la prudencia del viento ni conoce la propia realidad y se le escapan, duplicadas, las moscas de la ira, por algo que jamás tuvo presencia. Cuánto muerde en la mano la falsedad de una intriga por quererle robar el pasaporte a quien lo tuvo.