29 de septiembre de 2011

OS CONVOCO


Quizás este escrito no sea realmente un artículo literario, pero la palabra sangra, lo mismo que la mano o que el deseo. No siempre hemos de hablar de esta u otra cosa que nos venga a la mente, también en el deseo o en el acto se encierran los vocablos y los hemos de hacer, amasarlos con hechos, unirlos con querencias, realizarlos. Así pues, porque los niños muertos son sonidos sin voz, porque los hombres muertos son tildes que acentúan los sonidos, porque la iniquidad o la injusticia es el terrible borrador de lo hermoso, vamos a reunirnos y a cantar, a recitar, a pintar, a diseñar, a todo lo que todos reunamos para que ellos coman, respiren, no entren en las diminutas fosas que las propias madres cavan a mano y a las que jamás llega un político o un mandatario a dar el pésame o derramar una sola de sus lágrimas.
En Jerez de la Frontera y a 10 de noviembre, a partir de las ocho de la tarde, en la Escuela de Hostelería, calle Einstein del Polígono Industrial, espero ver unidos a todos los que odian la injusticia, a todos los que se sienten capaces de compartir no sólo su obra artística sino esos cinco euros que pediremos como fila cero. Ruego vuestra comprensión por no poder abarcarlo todo, si alguno de vosotros queda fuera de escenario, sólo será ese momento, siempre estará dentro del más intimo escenario de esas criaturas que coman aunque sea por un solo día. No podéis olvidarlo, no debéis abandonar sus bocas cuarteadas por el hambre, no tenéis derecho, no tenemos -ni podemos, ni debemos- a seguir nuestras vidas sin detenernos un par de horas en intentar que ellos las sobrevivan.
Tal vez este decir, este dejar aquí palabras, no sea sino un sencillo anuncio de un acto, pero la voz nos sangra, la voz nos pide a gritos sufragar tanta miseria junta, la voz nos ruega incluso subir nuestro deseo por encima de cualquier aquelarre político, y compartir comida y querencia y ayuda con esa pobre gente que no tiene sino lo más preciado, una vida que no debe perder.
Delante de la tumba del más pequeño y frágil de los muertos, os convoco a evitar otras innecesarias muertes.


18 de septiembre de 2011

AMANTES DE TOMA Y DACA


Si tuviéramos que hacer catálogo de amantes, precisaríamos que la galaxia fuera entera una sucesión de cajoncitos, a modo de cómo JRJ almacenaba sus papeles. Descansillos ordenados en los que el maravilloso desorden del amor hiciera nido eventual o pernoctase allí a plazo fijo. Pero no todo es fuego en este acumular de cajitas diversas, también las hay repletas de discursos helados. Amantes que deliran otro tipo de amor, amantes entre los que enumeraremos diferentes escaños. Por ejemplo hablaremos de los amantes de país, englobando aquí a todos aquellos que se acercan a la chati de turno, dadivosa, explendorosamente lucidora, formateada como la mejor página de internet, para atraerlos. Llegan de otros lugares con el fin de poner asiento en este, triunfar en este, aprovecharse en este de vete a ver qué refrigerios tienen negados en el suyo. Ahí se acumularían, dada nuestra especialidad, escritorzuelos del tres al cuarto que trasiegan de vino en vino, o séase, de lugar a lugar y hora se vienen ellos, ora se van con la moza, ora se traen a la moza a escondidas, ora la abandonan luego para que a su propia consorte no se le empinen los cascos y les muerda la mano.
También existen los amantes –cada vez que digo los, digo las, sea o no sea partido-mente correcto- curturales. Aquellos que aman lo curto con tal de subir al pódium aunque sea a base de diferentes ejercicios corporales en la noche o en el día. Son amantes dispuestos a pagar incluso una habitación de hotel, a dejarla encargada, a quedarse sin ir, cuando el amado, preso de una cultura superior al cazador, no acude por lógica. No va a perder su situación familiar por un quítame allá la sed, porque las pajas no se las quita otro. También los hay capaces de adoptar el amor como el que adopta parcialmente una mascota.
Dentro de esta variedad curtural, existe el ejercicio amatorio pasajero, fugaz, no clandestino, porque ha de lucirse, que puede darse a dos, a tres, etc. con el amado de poder. Esto constituye la variedad de amante escalera, puesto que se da, tanto en territorio literario como en cualquier otro existente, con ánimo de subir. Aquí el que suele bajar del sitio es el parejo o la pareja del amante inductor que, generalmente, queda abandonado. Antes perder marido que perder bocado, suele decirles la conciencia interior, porque la exterior, vete a ver en qué marca de perfume o de carmines anda revuelta.
Así, pues, iríamos detallando amantes tras amantes, trashumantes, delirios de todas clases, que ampliarían el listado de modo que no cupiese en un sencillo artículo. Si esto no fuera un blog sin respuesta posible, les diría de continuar el agreste listado de excepciones a ese dulce amor de toda la vida, firmado o sin firmar, lumínico u oscuro, hermoso a toda luz aunque suceda a oscuras, pero sin intereses, sin ivas, aunque el amor vaya y venga, sin desear vivir en la cochambre de otro que, algunas veces, llega a denominarse país ni subirse al bigote del que sea, aunque merezca un nobel de literatura. Amar a cuerpo lleno, a cuerpo derramado, sea norte o sur ese amor, pero amar por el cuerpo y por el alma y dejar el pecunio, la publicación, el toma y daca, ante otro toma y daca más gimnástico, más directo, más jadeante y plenamente desnudo de todo lo que no debe caber jamás en una cama, en un concurso, en un lugar político, en nuestras ilusiones…

11 de septiembre de 2011

CARPE PREMIUM


La costumbre de todo el que practica el arte del chanchullo es señalar con la lengua al que no juega. La actualidad está falta de sorpresas, ya se presenta uno a los concursos pocas veces, que vienen a ser demasiadas. Existe una maraña entretejida entre las editoriales, jurados y receptores del pecunio difícil de destejer. No podemos acudir a premios importantes porque casi todos son tapaderas de las marcas editoras para la recolección de subvenciones y la publicación inamovible de sus propios escritores. Si nos presentamos a ellos, hacemos francamente el paria. Tampoco podemos participar en premios en los que las mafias literarias hayan formado grupo. Si asistimos ahí, daremos fe de la desfachatez de que el fulano de un concurso le entregue el galardón al mengano de otro y así sucesivamente. Sólo nos quedan los de abajo, pero en ellos existe otro tipo de problema, es posible que el tendero de la esquina, el boticario de la planta baja y el cura de la parroquia no entiendan que la poesía no es la rima insulsa sino otra cosa que bien puede escaparse de sus honrados cacúmenes. Así pues, veremos que los poepitos o rimachuflas, acuñación literaria similar a la denominada en política perroflauta o en religión papaflauta, llegan al ISBN más deprisa que nadie.
Personalmente no he sido nunca aficionada a los consejos, pero me gustaría orientarles un poquito, claro está que no siempre sucede así y, como toda regla, también esto tiene sus excepciones. Si ustedes quieren llenar con su presencia las páginas actuales, que no el futuro, de la literatura y son mujeres, no detengan sus manos ni sus cerebros ágiles en pensar qué es un hemistiquio o una cacofonía o cómo se acentúa un endeca de gaita gallega, no, por Dios, quién se detiene en eso hoy en día. Vayan, vayan a una de las grandes extensiones en las que rige la bestia del consumo y cómprense una camarita fotográfica con todas esas cosas de resolución, flash, teleobjetivo… y un buen conjunto de lencería sexi, o no se compren ni esto último y vuelvánse a sus casas, entren delicadamente en el dormitorio o la sala de baño, desentumézcanse de esos artilugios de la ropa, quédense como si fueran evas sin pecado ni farsa y disparen. El premio está cazado y caerá a sus pies en proporción inversa al número de años que luzca su desnudo, a más juventud, menos tiempo en tardar. Si usted es hombre, no dudo que conozca lo que debe hacer, quizás un poquito de  crema suavísima, por no decir la marca, o tal vez un meneo por las zonas oscuras de la noche.
Pocas veces importa la palabra, perdonen que insista, o quizás sea malo saberla acomodar en los poemas. Si la palabra sirve y se sirve a la palabra, el  diagnóstico es peligroso, pues entonces se despierta esa cosa que vengo en llamar “síndrome de Juan Salvador Gaviota” y sobre el que el amigo Cernuda ya nos decía “El español terrible que acecha lo cimero con la  piedra en la mano”.
Disculpen si alguna coma o mota de polvo no ha quedado en su sitio, cito tan sólo de memoria.